miércoles, julio 26, 2006

Borges y el balompié

"Borges es el Maradona de las letras argentinas", se oyó o leyó en algún medio de comunicación hará dos o tres meses... Umbral estaba que trinaba, y no me extraña.

Llegará un día en el que el movimiento rápido y preciso de un miembro humano será igual de relevante y de bello (por irrelevante y absurdo) que la filigrana de las palabras ahondando en los infinitos.

La pluma de Borges se mojaba en océanos que no tenían fondo, en el abismo verdadero, el abyssos o sin fondo del que hemos hablado antes en algún lugar. A menudo he vagabundeado por su perfecta Biblioteca de Babel, o he soñado páginas del Libro de Arena.

Digo que será igual de irrelevante porque todo monumento humano, de piedra o de besos, habrá tiempo atrás desaparecido. Pero hasta el momento, la palabra posee una cualidad de eternidad de la que casi todo lo demás carece. Podría pensarse en otras artes, pero ¿no son acaso otras formas de escritura cuyas palabras son la piedra, los colores? Gracias a YouTube, los literatos del futuro podrán disfrutar de los goles de El Diego a Bélgica en el Mundial del 86. Pero mientras que la fuerza del Gigamesh nos traspasa, nos es imposible emocionarnos por las gestas de los Milo de Crotón. Y si conseguimos hacerlo, ¿no es acaso por las palabras de Aristóteles, Pausanias de Lidia, Cicerón?

En alguno de los volúmenes de la Biblioteca de Babel están estas mismas palabras. Todos los blogs del mundo, todos los que han sido y serán, y éste por añadidura, están comentados en las páginas del Libro de Arena. Es fuerza que también, junto a ellos, estén todas las ideas simples a las que estamos o estaremos condenados.

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