lunes, abril 28, 2008

Té Pu-erh con leche

El Té Pu-Erh es el que llaman Té Rojo. En todas las cajas de Té Rojo siempre te hablarán de su sabor terroso. Y es cierto: El Té Rojo sabe a tierra, y es un sabor maravilloso. También te hablarán de que ayuda a desengrasar: que activa el metabolismo de las grasas, si el término es biológicamente correcto. También parece que baja el colesterol. Pero a mi eso no me importa tanto.



Lo que me gusta es que el Té Rojo sabe a tierra. Se me ocurre ahora que es lo más cerca que podemos estar de sentir el sabor de la tierra (sin tener que meternos terrones de barro en la boca, que al ser humano aprovecha poco). Es por tanto una fantasía de sentir lo que saborean las plantas y los poderosos Þiudos. La cajita de cartón afirma orgullosa que el Té Rojo que me estoy tomando está elaborado mediante un proceso de fermentación de las hojas en barricas de roble durante 50 años. ¿Me lo creeré? No; pero lo importante es ese curioso sabor que me recuerda a la tierra, el mismo aroma que sentimos Eylo y yo cuando cambiamos las macetas, trasplantamos o me dice "esta planta necesita más agujeros en su maceta, no respira bien y la tierra está demasiado húmeda"; y tiene razón. El mismo aroma que sentíamos cuando llovía, y que ahora todavía se siente aunque empieza a olerse teñido de los amenazadores compuestos químicos que el hombre ha domado y que componen la felicidad de nuestros tiempos corrientes.

El Té Rojo con leche tiene un sorprendente tono rosa. Recuerdo que ya lo he probado, hace mucho tiempo, pero era un té no muy común aquí, aunque ahora se puede conseguir en el supermercado, en las bolsitas cómodas que definitivamente son uno de los mejores inventos de la humanidad. Me gusta de siempre el té, aunque soy perezoso para prepararlo. Unos chinos me han regalado varias veces en el pasado Té Verde, Lù Chá. Es quizá mi favorito, por encima del Té Rojo, sin duda. Es aromático, floral. Antes de prepararlo tiene el aspecto de arrugadas bolitas fibrosas. Y es que al fin y al cabo se trata de hojas de té, enrolladas, trituradas y secas. Al prepararse en agua, las hojas se despliegan formando un bellísimo efecto que se une a su profundo y delicado aroma de flor.

Realmente estoy simplificando en demasía, ya que tanto dentro del Té Rojo y del Té Verde (y como se puede adivinar, de cualquier té), existen multitud de variedades y clasificaciones. Pero disculpadme si confieso que no me apetece, en este crepúsculo que va cayendo alrededor mío, extenderme sobre esas variedades infinitas. Será el Té Rojo que estimula mi alma arbórea y me invita a simplemente disfrutar de los últimos rayos de luz, que se van...

miércoles, abril 23, 2008

Faginoþ Fugls


Hace unos días Morrigan publicó un bonito poema en Alemán, titulado "Leben".
El poema me gustó; no entiendo mucho el Alemán, aunque es una lengua que me interesa mucho. La he estudiado parcialmente, por temporadas, pero sin constancia, salvo algún curso que me permite entenderme lo básico con alguien que hable el idioma. El poema, al igual que el de Erich Fried (a quien no conocía), me ha resultado agradable. Para mi la poesía en Alemán tiene un deje enigmático y solemne que me afila mis colmillos filológicos y me hace arrepentirme de no haber estudiado la lengua más en profundidad. Esta tiene el valor de haberse compuesto en un tiempo límite, circunscrito a una clase que adivino de duración de una hora o dos a lo sumo.

El ejercicio que describe Morrigan tuvo un imprevisto efecto secundario: me hizo pensar en componer yo otro poema, con el reto de intentar hacerlo en un viaje de tren hasta el trabajo. Solo que no sabiendo yo Alemán suficiente, me propuse hacerlo en Gótico, del que tampoco soy experto ni mucho menos, pero en el cual me empiezo a sentir algo cómodo, por así decirlo. Además, el reto era componer verso aliterativo, es decir, algo que pudiera sonar remotamente plausible como versificación Gótica. Como ésto es mucho para mi, que soy un estudiante amateur y muy malo, me dije que con 4 líneas sería bastante.

El verso germánico antiguo era aliterativo: no rimaba como la poesía a la que estamos acostumbrados, sino que más bien basaba el ritmo en la repetición de sonidos en las sílabas tónicas, que solían caer en la posición inicial de las palabras. Cada línea de verso está compuesta de dos medias líneas o hemistiquios separados por una cesura. Cada hemistiquio tiene típicamente dos sílabas tónicas. El sonido de la primera sílaba tónica del segundo hemistiquio es el que fija la aliteración de la línea. Este mismo sonido aparecerá por tanto en el primer hemistiquio: en algunas lenguas, se repetirá en dos sílabas tónicas del primer hemistiquio, en otras sólo en una. Pero no se repetirá jamás el sonido de la segunda sílaba tónica del segundo hemistiquio en las sílabas tónicas del primero. Este simple esquema, que he explicado terriblemente mal, es la base de toda la poesía germánica antigua: Antiguo Inglés, Antiguo Nórdico, Antiguo Alto Alemán, ... cada una con sus peculiaridades.

Por ejemplo, si cogemos las líneas 58-59 del Beowulf,

gamol ond guðreouw, - glæde Scyldingas.
ðæm feower bearn - forð gerimed


donde se ha separado cada línea en sus hemistiquios y he señalado en negrita las sílabas tónicas, vemos que en el segundo hemistiquio de la primera línea, el sonido inicial de la primera sílaba tónica (glæ), "g", se repite en las dos sílabas tónicas del primer hemistiquio. Sin embargo, en la segunda línea, el sonido que alitera ("f"), marcado por forð, sólo se repite en la primera sílaba tónica.

Volviendo a la historia del poema, confieso que al final no fui capaz de componer el poema en un sólo viaje; necesité dos para terminarlo, y otro más para terminar de afinarlo; tampoco es que me queje, dado que cada viaje es de más o menos media hora contando alguna espera en el andén. Así que puedo decir que estoy contento de haberlo conseguido. La verdad es que me obcequé un tanto y decidí ver si lograba hacer que todos los versos aliterasen entre sí, es decir, que tuvieran el mismo sonido en todas las sílabas que aliterasen, algo que no es necesario en el verso germánico antiguo. Al azar elegí como sonido a aliterar la "f". El resultado (en el sistema de transcripción clásico usado por Wright, por ejemplo) es el siguiente:


faheþs faírhváus faúratani hulþ

faginoþ fugls freis þliugands

fullhsni fulleidis findam in haírtin is

fon friaþwos fodjiþ þlaúh is

He preparado una transcripción fonética que nos dice cómo se pronuncia más o menos lo anterior. En la transcripción, el sonido "wh" se pronunciaría como en Inglés (aunque sería más próximo el sonido "hv" del Sueco o Noruego actual), y la "h" y "j" se pronunciarían más o menos como en Alemán moderno.
Precisamente quien sepa Alemán podrá coger algo (o más bien mucho) del sentido del poema. He marcado también los acentos porque es algo importante, como he comentado antes:

fáheths férwhaus fóratani hulth
fáginoth fugls fris thliúgands
fúlhsni fúl-lidis fíndam in hértin is
fon friáthwos fódjith thloh is

La traducción sería más o menos la siguiente:

"Alegría de la naturaleza, graciosa maravilla,
el pájaro se regocija, volando libre;
en su corazón encontramos el secreto de su completitud:
el fuego del amor alimenta su vuelo".

La foto de arriba es un ensayo de mi versión particular de lo que sería la caligrafía clásica del gótico pasada a cursiva; hace muchos años ya (pues os diré: 18... ¡ostras!) se me ocurrió inventar un rúnico cursivo (¡aberración!), que de vez en cuando he usado, y hoy sin darme cuenta he empezado a copiar las efes y erres en ese sistema,... tras lo cual me he lanzado a completar mi gótico cursivo particular, que sería lo que estáis viendo arriba.

En fin, esa es la historia de este pequeño poema aliterativo, que pretende sonar como podría haber sonado la poesía de los Godos... y si os animáis a cantarlo en voz alta, pensad que el mundo está oyendo unos sonidos que hace más de 1500 años que dejaron de escucharse (salvo en algún congreso de lingüistas y algún esfuerzo de reconstruccionista, que haberlos los hay).

Salud!