Directamente desde el mundo a mi espalda: ruídos de velocidad, luces pálidas encendidas a escondidas, luces deslumbrantes mostrando una barahúnda de rostros alarmantemente parecidos, clónicas diversiones... no, no soy mejor que ellos, mi mundo no es mejor que el que respira a mi espalda, pero sí, definitivamente sí soy distinto a ellos, mi mundo es distinto del que respira a mi espalda. Todos hemos habitado la vorágine y el torbellino, todos hemos vivido en la pulverización ambarina de los licores... la noche es parte de nuestra esencia; su poder es conocido por todos nosotros... no hay por qué abundar en ello. Pero mis hermanos, hermanas y parientes se desparraman por una noche que no han aprendido a conocer, sino que temen doblemente ahora, ahora que deberíamos conocer todos ya tantos secretos y celebrarlos.
Mi mundo, que es tu mundo, es ese mismo que ellos viven, y es, cabría suponerlo, diferente; yo sólo quiero que los ejércitos se unan y cada uno, siendo quien es, reteniendo lo que es, entienda, deje de ser engañado, entienda lo que le han querido ocultar; yo también quiero ver ese Sol de Medianoche, dejar de ser engañado.
Un Sol de Medianoche para volver a entender lo que me despierta a medianoche, un Sol para lanzarlo al hielo de la cúpula celeste y alumbre por doquier, para siempre, a todos mis hermanos y hermanas que sufren, un Sol que nos haga despertar y nos haga levantarnos hasta conquistar las estrellas, un Sol para leer de nuevo las runas y los glifos, un Sol que ilumine el camino hacia tu verdadero amor, que ilumine su camino hacia ti, un Sol que tiña de colores que hoy parecen imposibles el alma de este mundo.
Sol en esta Medianoche del alma pintada de gris, Sol que ciegue a los que ciegan los ojos del que busca.
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