Leyendo a Casares es inevitable recordar a Borges. No tanto porque ambos sean argentinos y amigos (incluso colaboradores el algunos textos), sino por soñadores. Hablaba no hace mucho de Angélica Gorodischer. Algo deben de tener esas latitudes que elevan en sueños al alma sensible que cierra los ojos; algo debe respirarse en Buenos Aires que facilita el ensueño, pero un ensueño contenido, retenido como un caballo al que se toma del estribo y que a fuerza de contenido se amalgama, como las noches candentes de verano, con la realidad, de forma que lo cotidiano se tizna de fantástico y lo fantástico nos parece cotidiano.
Donde Angélica Gorodishcer puede ser ciencia ficción que deriva al realismo mágico, Casares es realismo que palabra tras palabra va desvelando lo inexplicable, lo imposible o lo increible; un par de relatos ("Los Afanes", "El Calamar opta por su Tinta" y también "La Trama Celeste") pueden considerarse ciencia ficción en toda regla. Contiene esta selección algunas historias que me parecen obligadas para cualquier amante de las letras hispanoamericanas. Notablemente dos: "En Memoria de Paulina" y sobre todo la mencionada "La Trama Celeste". Las primeras líneas de este último me hicieron entender que me encontraba ante una prometedora lectura (así fue):
Cuando el capitán Ireneo Morris y el doctor Carlos Alberto Servian, médico homeópata, desaparecieron, un 20 de diciembre, de Buenos Aires, los diarios apenas comentaron el hecho. Se dijo que había gente engañada, gente complicada y que una comisión estaba investigando; se dijo también que el escaso radio de acción del aeroplano utilizado por los fugitivos permitía afirmar que éstos no habían ido muy lejos. Yo recibí en esos días una encomienda; contenía: tres volúmenes in quarto (las obras completas del comunista Luis Augusto Blanqui); un anillo de escaso valor (una aguamarina en cuyo fondo se veía la efigie de una diosa con cabeza de caballo); unas cuantas páginas escritas a máquina -Las aventuras del capitán Morris- firmadas C.A.S. Transcribiré esas páginas.
"El Perjurio de la Nieve" resulta extraño, incluso escalofriante. Necesita ser leido con calma para desentrañarse. "El Lado de la Sombra" me hace pensar en cómo los afanes de lo cotidiano pueden hacer olvidar lo maravilloso de la vida, pero también aquello que a fuer de triste nos puede hacer sucumbir. "El Gran Serafín" es un cuento telúrico; la historia me pareció incompleta la primera vez que lo leí. Reflexionando me doy cuenta de una curiosa circunstancia; el recuerdo de este relato y el recuerdo de una pesadilla me parecen perfectamente análogos y comparables.
"La Sierva Ajena" es terrible sin duda, pues habla de la mutilación más horrible que existe: el desamor.
"El Atajo" habla de la supervivencia en un una elección cruel que todos hemos ponderado en imaginaciones alguna vez.
La colección contiene algunos relatos más, como "Moscas y Arañas" o "Un León en el Bosque de Palermo", que no siendo malos, pierden brillo comparados con los demás. En "Historia Prodigiosa" me temo que se adivina el desenlace, pero por las reflexiones y prosa que contiene merece la pena ser leida hasta el final. Eso vale en realidad para todos. Por ejemplo, un relato como "Los Milagros no se Recuperan", que no es de los más memorables del libro, nos depara reflexiones como la siguiente, que para mi justifican la lectura completa:
Verla muerta me desconcertó menos que el pensamiento de que después no la vería nunca. Lo increible de la muerte es que la gente desaparezca.
Decía al principio que con Casares es inevitable el recuerdo de Borges. Sin embargo, no haya miedo: cada uno tiene un estilo perfectamente separado y definido. Muchas veces pienso que donde Borges es sublime. Casares es concreto, las más veces maravillosa y sensiblemente concreto. Borges habla de laberintos, infinitos, libros sin fin y utopías desarrolladas desde (escondidas en) lo diario. Casares es a veces oscuro, a veces incluso pavoroso como las tragedias que acontecen a pleno sol en el más banal de los escenarios; esas tragedias que por posibles nos parecen aun más terroríficas.
2 comentarios:
Gracias a esta entrada acabo de recordar que tengo "La trama celeste" en casa y aún no la he leído (se me acumulan demasiados libros para tan poca memoria). Es verdad, ¿qué tendrá Argentina para que en ella surjan algunos de los mejores escritores de literatura fantástica de todo el mundo? ¿Qué me dices de Cortázar? No sé si me gusta más que Borges, pero sin duda es el que más escalofríos me ha provocado. Sus cuentos son como mis sueños, que se deslizan hacia la pesadilla sin que me dé cuenta.
Hola, y ¿gracias por escribir!
Bien, si tienes "La Trama Celeste" por casa, te recomiendo que no dejes pasar más tiempo y te leas al menos esa historia en una tarde de verano, a la sombra, si puede ser, que es entorno que cultiva la ensoñación y el disfrute de ensoñaciones.
En mi caso, Cortázar es mi deuda con la literatura argentina. He leído muy poco de él. Y ya es hora de que nos encontremos, aunque tema algo sus pesadillas de Hemisferio Sur... pero sí, no puedo dejar pasar más tiempo.
Salud!
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